Marina Garcés: “La tragedia actual es que sabemos muchas cosas, pero podemos cambiar muy pocas”
La reconocida filósofa inauguró una nueva versión de la Cátedra Puerto de Ideas, que imparte la Facultad de Ciencias Sociales.
¿Por qué la ignorancia parece crecer día a día y la mayoría de las personas se siente cada vez más oprimida y menos libre en las sociedades que han hecho del aprendizaje y la obtención del conocimiento la medida de todas las cosas, en las que la gente presume y se ufana cada vez más de tener a su disposición un abanico enorme de informaciones contrastables a las que pueden acceder de manera casi ilimitada y compartir en forma compulsiva?
A ésta y otras interrogantes primordiales intentó dar respuesta la filósofa y profesora agregada de Estudios de Artes y Humanidades en la Universidad Abierta de Cataluña (España) Marina Garcés durante la conferencia “La alianza de los aprendices” que dictó para inaugurar una nueva versión de la Cátedra Puerto de Ideas, la cual es impartida por la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) de la Universidad de Valparaíso como parte del convenio de cooperación que existe entre esta casa de estudios y el Festival Puerto de Ideas.
En la actividad, que se realizó en forma híbrida y fue transmitida por streaming, participó también la docente de la Escuela de Sociología y coordinadora de Investigación de la FACSO UV, Mónica Iglesias, quien presentó a la expositora invitada y posteriormente dialogó con ella sobre diversos temas relacionados con su ponencia.
La destacada pensadora nacida en Barcelona, que en los últimos años ha orientado su quehacer académico y sus publicaciones a tratar de comprender el origen de los problemas y desafíos que enfrenta el ámbito de la educación a nivel global y de qué manera ésta afecta el desarrollo del pensamiento individual y colectivo contemporáneo, abrió los fuegos como le gusta hacerlo: en modo reflexivo, pero sin demora, lanzando preguntas precisas y punzantes.
La gran tragedia
Según Marina Garcés, para entender mejor lo que hoy sucede en el mundo hay que remontarse un par de décadas o incluso más, hasta el momento en el que se hicieron habituales las expresiones que caracterizaron a la sociedades modernas como “del conocimiento” y “de la información”. Ello como resultado de un proceso derivado del capitalismo industrial, la producción de bienes y el desarrollo tecnológico que también hizo posible terminar con las barreras y monopolios que impedían a la gran mayoría de la población acceder a una educación mínima y a los conocimientos indispensables para obtener mayor autonomía y libertad.
“Eso en cierto modo se logró, pero ¿el acceso al conocimiento ha sido un instrumento de emancipación? ¿Vivimos con la sensación de que aquello que sabemos, aquello de lo que podemos informarnos, nos da más capacidades, más herramientas y más posibilidades de participar en igualdad de condiciones en la transformación de nuestra sociedad? Yo diría que no. Y ésta es un poco la tragedia de la sociedad de la información y del conocimiento de nuestro tiempo. Sabemos muchas cosas, pero podemos cambiar muy pocas”, argumentó la intelectual catalana.
Pacto indispensable
Frente a esta paradoja, resultante de lo que define como “capitalismo cognitivo”, proceso que promueve la competitividad acérrima y que valora por sobre todo los resultados, la efectividad y la ampliación constante de las capacidades, Marina Garcés propone establecer una suerte de nuevo pacto social destinado a hacer que las personas logren convivir y aprendan las unas de las otras, asumiendo para ello el rol del aprendiz.
“Si bien ésta es una figura vinculada al mundo del trabajo, subordinada al concepto del maestro en una relación de jerarquía, la idea es constituirnos en aprendices diferentes, no bajo una tutela sino en alianza con otros”, acotó la profesora de la Universidad Abierta de Cataluña.
Para la autora de textos y ensayo como “En las prisiones de lo posible” (Bellaterra, 2002), “Un mundo común” (Bellaterra, 2013) “Nueva Ilustración radical” (Anagrama, 2017) y “Ciudad Princesa” (Galaxia Gutenberg, 2018), la importancia de establecer esta alianza radica en contener la visión cada vez más aceptada y global de que el valor del conocimiento es convencer a los seres humanos que su fin último es aumentar al máximo su capacidad cognitiva, lo cual está directamente relacionado con la utilización de dispositivos tecnológicos.
“Las investigaciones que más fondos reciben hoy son las vinculadas al desarrollo de la inteligencia artificial, pero orientada ésta al desarrollo de máquinas que hagan cosas por nosotros. Máquinas capaces de aprender actividades humanas, a relacionarse con nosotros, para que éstas puedan aprender más y mejor a darnos respuestas”, precisó.
En relación con esto último, Marina Garcés advirtió que -en la actualidad- más del ochenta por ciento de las profesiones en el futuro inmediato consistirán en algo sobre lo que aún nos sabemos nada y que ni siquiera ayudaremos a elaborar.
“Lo único que podemos hacer es no prepararnos para saber adaptarnos mejor a lo que venga en este sentido. Porque prepararse hoy para el mañana que desconocemos lo único que hace es desvincular el hoy del mañana”, sentenció la pensadora y ensayista.
Cinco claves
Finalmente y a modo de corolario, la filósofa barcelonesa enumeró cinco aspectos que a su juicio son esenciales a la hora de incubar y hacer viable una alianza de aprendices: entenderla como un reencuentro, ya que ésta no parte de cero; fomentar el aprecio, el valor del encuentro con los extraños y por el conocimiento de los demás; asumirla como un arte o elemento de composición, un todo que solo es posible gracias a la suma de las partes, a identidades compartidas; entenderla no como una unidad o sistema, sino como una articulación de un medio frente a las amenazas que nos afectan a todos y como el resultado y propósito de la igualdad, una relación e invitación a tomarse en serio y respetarse mutuamente.
“En definitiva, esta alianza no plantea cómo educar, sino más bien cómo queremos ser educados”, concluyó Marina Garcés.